
SAN ISIDRO, CABAÑAS. Sus familiares, amigos, vecinos. Sus estudiantes de la escuela, alumnos de sus talleres artísticos, colegas de la asociación. Sus camaradas del partido, compañeros de la lucha antiminera…Todos. Quizás hasta sus asesinos.
Casi siempre son los parientes y amigos más cercanos, los que despiden con llanto abierto a un fallecido. Raras veces en un entierro se ve llorar a todos los asistentes. El sepelio de Gustavo Marcelo Rivera Moreno es uno de esos casos excepcionales, un llanto colectivo de centenares de niños, jóvenes y ancianos, mujeres y hombres.
Desaparecido durante tres semanas, Marcelo fue luego encontrado asesinado, con rasgos de torturas.
Representantes del movimiento ecologista de Cabañas afirman que Rivera Moreno fue víctima de persecución y amenazas durante los últimos meses, especialmente después de las elecciones legislativas y municipales del 18 de enero, cuando encabezó las protestas contra el supuesto fraude que pretendía efectuar José Ignacio Bautista, alcalde arenero de San Isidro, que logró su reelección una semana después, al reanudarse los comicios.
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